7 de
octubre, 2015
Sra. Clara Luz Cárdenas Squella
Decana de la Facultad de Artes
Presente,
Durante los últimos 4 años, como estudiantes de la
Facultad, nos hemos movilizado constantemente en busca de la mejora de nuestro
espacio. Consideramos que la Facultad de Artes de la Universidad de Chile es un
lugar con un increíble potencial, una gran historia y que podría aprovecharse
mucho más que hoy en día. Sin embargo, también a lo largo de los años, hemos
sido testigos una y otra vez, de cómo la negligencia e ineficiencia de las
autoridades a cargo han mantenido a la Facultad es un estado de deterioro,
precariedad y crisis del cual, en este momento, difícilmente podrá salir si no
se generan cambios radicales.
Este año no se mantuvo ajeno a nuestras demandas y,
luego de más de dos meses de toma y movilización, se acordó, con representantes
de todos los estamentos, la conformación de una Mesa de Desarrollo Integral, la
cual tiene como principal objetivo la creación de un proyecto académico
unificado para la Facultad, a través de un proceso transparente y democrático
donde la comunidad pueda dialogar y definir el futuro de todo el espacio. Sin
embargo, al margen del trabajo de la MDI, han ocurrido diversas irregularidades
y situaciones que exceden el quehacer de esta y exhiben, una vez más, los
problemas de la Facultad. Es nuestra intención en esta carta exponer algunas de
estas situaciones y revisar también el proceder que han tenido las autoridades
de la Facultad para resolver estas y los
acuerdos y problemas surgidos en años anteriores.
Hemos sido informados de que, en el marco de la
discusión que se ha dado en el Grupo de Trabajo de Presupuesto convocado por la
Rectoría luego de la no ratificación del presupuesto de este año, la Facultad
fue convocada a exponer su situación en vías de generar propuestas que
contribuyan a la mejora de la situación presupuestaria.
Por diversas vías nos hemos enterado de que las
presentaciones de la Facultad, en ese grupo de trabajo, han logrado exponer las
particularidades propias del quehacer artístico y la complejidad de la labor
académica de nuestro espacio. Sin embargo, estas también dejaron en evidencia
los problemas estructurales y de gestión que, como estudiantes, hemos
diagnosticado sistemáticamente; esto quedó ejemplificado en el proyecto
presentado por la Facultad ante la solicitud de elaborar uno que exhibiera el
déficit. El problema ocurre cuando dicho proyecto se configura como una suma de
diversas actividades, tanto de los departamentos como de las diferentes
unidades, que no dan cuenta de déficit alguno, poniendo a la Facultad y su
credibilidad en una situación precaria y vergonzosa frente al nivel central. El
Grupo de Trabajo llegó a diversas conclusiones y generó una propuesta en la que
está incluido un apoyo profesional interno a la Universidad, bajo tutela de la
VAEGI. Hemos sido informados que la actitud de las autoridades de la Facultad
frente a tales propuestas ha sido reticente, pese a los beneficios que podría
traer para la comunidad toda. Si bien entendemos que la política presupuestaria
de la Universidad genera grandes inequidades, y que eso sumado a las
particularidades de la Facultad la pone en una situación delicada, creemos que
esa no es la única causa del problema: la crisis de gestión es real y los
costos de no tomar acciones de manera rápida son demasiado altos para la
comunidad académica.
Por otra parte, es sabido que la lógica de
construcción del presupuesto de la Facultad es una lógica fragmentada. En
diversas instancias hemos presenciado los costos que ha conllevado el hecho de
construir lineamientos transversales de Facultad pidiendo a cada unidad hacer
llegar sus requerimientos, y sabemos que pese a los acuerdos que se han
definido para generar una política presupuestaria integrada, este año se volvió
a solicitar por parte de la Dirección Económica y Administrativa a los Departamentos,
sus proyecciones de manera individual. Entonces, nuevamente se vuelve a
construir el el presupuesto sin una conversación previa y sin transparencia en
los datos, pese a ser esta lógica la que nos ha llevado a la situación de
déficit presupuestario en la que estamos actualmente inmersos. Esa petición
parcelada se hace aún más grave en el contexto actual; uno en el que la
Facultad no ha logrado resolver su problema presupuestario, en el que se
evidencia un desorden administrativo en la gestión económica interna, y en el
que la Facultad se resiste al apoyo del nivel central.
Así mismo, la Comisión Económica del Consejo de
Facultad ha tenido un desempeño nefasto, entendiendo que el principal objetivo
de esta era realizar una evaluación al presupuesto de la Facultad, haciéndose
cargo del déficit de la misma. Al el día de hoy, no se ven los productos
comprometidos, la comisión no sesiona con regularidad y el único acuerdo que
logró fue contratar una asesoría a una empresa externa que realizaría un
diagnóstico y apoyaría a la comisión en su labor, pero la ejecución de la misma
se ha retrasado debido al ofrecimiento de la asesoría interna por parte de la
VAEGI, que fue cuestionada e incluso catalogada de intervención por algunos
miembros de la comisión.
Las situaciones mencionadas anteriormente son, a
nuestro juicio, el resultado y el reflejo de las mismas problemáticas que como
estudiantes expresamos en nuestras declaraciones y diagnósticos durante la
movilización llevada a cabo durante los meses de mayo y julio del presente año.
Este diagnóstico abarcaba las diversas áreas que se encuentran en nuestro
espacio: académica, administrativa, disciplinar, económica, etc. y se generó,
en parte, a partir de la recopilación y evaluación de documentos y petitorios anteriores,
especialmente de aquellos acuerdos incumplidos, los cuales datan del año 2011 a
la fecha.
Podemos observar una lista prácticamente interminable
de acuerdos y comisiones que han fallado y no han cumplido con sus objetivos,
en cada una de las sedes. Ejemplos de esto son la inexistencia de una CIC
Central a la Facultad, que estaba contenido en las Condiciones Hacia una Nueva
Normalidad, petitorio transformador y totalmente incumplido, la deficiencia en
los protocolos de emergencia elaborados y presentados por el SEMDA, la falta de
preocupación por la adaptación de los espacios para la integración e inclusión
de todos los estudiantes de la Facultad y sobre todo el no cumplimiento de
diversos acuerdos que se relacionan directamente con la infraestructura,
mantención y seguridad dentro de las tres sedes.
En este punto es que enfatizamos la ineficiencia de
la Facultad para hacerse cargo de su propio espacio, por problemas
administrativos, económicos y de gestión, a pesar de que como estudiantes hemos
realizado múltiples llamados de atención y movilizaciones para solucionar estos
problemas. El año pasado fue acuerdo en la movilización de la sede Las Encinas
la implementación de un espacio adecuado y seguro para el trabajo con ácidos,
cosa que aún no sucede. Este año todos fuimos testigos del “descenso no
programado” del ascensor en la sede Compañía, frente a lo cual la Facultad aún
no soluciona el problema.
A esto se le suma un último incidente, uno gravísimo.
El día sábado 3 de agosto, se desprendió el cielo de la Sala Elefante. Las
imágenes del estado actual son tan devastadoras como tristes las respuestas que
las autoridades han tenido frente al incidente, sin hacerse cargo de lo
ocurrido y sin comprender la gravedad de la situación, donde, nuevamente,
personas podrían haber sido fatalmente afectadas. La Sala Elefante alberga uno
de los proyectos más queridos del estamento estudiantil: el Centro Cultural
Espacio Elefante, que es un trabajo de varios años que transformó una sala en
pésimas condiciones y subutilizada en un centro cultural emergente que cada vez
se hace más sólido, con un sello interdisciplinar y experimental que se plasma
en cada temporada que levanta, y con un público cautivo que crece actividad a
actividad. El equipo de gestión del centro cultural está compuesto por
estudiantes de distintas carreras de la Facultad quienes a puro pulso y
voluntad han hecho un trabajo de extensión autogestionado de gran calidad.
Luego del incidente, el día 5 de octubre el Decanato
convocó a una reunión a los integrantes del Centro Cultural Espacio Elefante,
representantes estudiantiles, el Director del DMUS y los académicos que
trabajan en la sala, donde se explicitó la postura oficial del Decanato. Se
solicitó a profesionales una revisión de la sala y que no se tomarán medidas
hasta tener un resultado oficial del estudio. Las respuestas de la Dirección
Económica y Administrativa y del arquitecto dieron cuenta de la ligereza e
irresponsabilidad con la que se tratan temas tan sensibles como la seguridad en
nuestros edificios. Ante la pregunta por los estudios previos a la
implementación de la infraestructura de iluminación que consideraba el
proyecto, transparentaron que no hubo estudio alguno de factibilidad para la
instalación de las luminarias y la barra que la sustentaba. No se revisó si el
techo de la sala soportaba la nueva infraestructura para darle el vamos al
proyecto. La pregunta sobre la periodicidad de revisión y mantención del
edificio fue respondida de una manera totalmente irresponsable: que el edificio
se revisaba luego de los terremotos, pero que sin embargo no se hizo para el
ocurrido el pasado 16 de septiembre. Ni siquiera hubo respuesta ante la
pregunta por el trabajo del comité paritario, que debe ocuparse de la seguridad
laboral.
El incidente terminó con el cierre de la salas
Elefante e Isidora Zegers hasta nuevo aviso, con los costos que eso implica
para las labores de Docencia y Extensión de la Facultad, y sobre todo, sin
ninguna responsabilidad por parte de las autoridades correspondientes. El
problema es que alguien estuvo a cargo del proyecto, alguien aprobó las
acciones y la implementación de las mismas, y en este momento nadie se hace
responsable.
Es imposible ignorar el esfuerzo que el CCEE hace
cada día para mantener el proyecto de la Sala Elefante y lo que este significa
para toda la comunidad de la Facultad. Es impresentable que las autoridades no
se expresen realmente por lo ocurrido y evadan su responsabilidad, siendo un
incidente tan grave y peligroso como el ocurrido.
Este último incidente demuestra que la negligencia y
la desidia por parte de la administración de la Facultad han pasado de un nivel
a preocupante a uno peligroso. ¿Qué debe pasar para que reaccionemos? ¿Debe
haber pérdidas humanas para que la autoridad se haga cargo de las problemáticas
de la Facultad?
Es claro que, el peligroso incidente, el déficit y la
crisis dentro de la Facultad afecta todos los ámbitos mencionados
anteriormente, y que las autoridades se muestran incapaces de reaccionar frente
a esta. Sin embargo, le hacemos un llamado a usted, Decana, para que por una
vez se responsabilice por los eventos ocurridos y cumpla los compromisos y
acuerdos que la Facultad ha tomado con su comunidad, los cuales se ven
ignorados constantemente. Quisiéramos poder confiar en que se tomarán las
medidas necesarias para que la situación dentro de la Facultad mejore, pero
sabemos, por experiencia, que esto difícilmente ocurrirá.
Es en este escenario que exigimos explicaciones y
respuestas inmediatas que puedan comunicarse de manera clara y transparente a
toda la comunidad de la Facultad. Creemos imprescindible que sean todas las
autoridades de la Facultad las que presenten estas respuestas, y esperamos que
el Decanato más los directores de los cinco departamentos académicos, de cada
una de las direcciones y las tres escuelas, y esperamos que se convoque a los representantes
de la comunidad al más breve plazo para conocer las medidas que se tomarán en
este crítico contexto. Entendemos los hechos ocurridos y la situación actual de
la Facultad como un contexto que no puede esperar más a ser atendido, y de no
hacerse cargo la autoridad de la Facultad nos veremos en la obligación de
apelar a instancias superiores.
Coordinadora de Estudiantes de la Facultad
de Artes
Universidad de Chile
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